abril 16, 2012

El hombre, su esencia y naturaleza ...


El pensamiento marxista, nutriéndose de toda la obra de creación humana que le antecedió, sitúa al hombre no sólo como centro de sus preocupaciones filosóficas, sino que propone las vías para lograr una verdadera existencia humana, y en ese sentido proyecta la formación de un hombre nuevo, un individuo superior, plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos, es decir, perfeccionado espiritual, moral, físico y estéticamente.
El humanismo marxista no se basa en una concepción general abstracta del hombre, sino en una visión histórica y social, es decir concreta de lo humano; donde el hombre es, a la vez que creador, resultado de la sociedad en que vive.
Para Marx el hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales  la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de sus relaciones sociales. Relaciones que no son puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad de lo espiritual y lo material, relaciones establecidas a través de la interacción del hombre con la naturaleza en el proceso de producción y reproducción de su vida material y espiritual.
Por medio del trabajo el hombre transforma la naturaleza y crea objetos. El producto es obra humana, proyección u objetivación del hombre. Por medio del trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la humaniza, pero, al mismo tiempo el hombre se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una palabra, se humaniza a sí mismo. Si el trabajo es de este modo, la autoexpresión del hombre y el proceso de su autodesarrollo, debería ser pues, fuente de satisfacción para éste, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su enajenación, en la conversión del trabajador en mercancía, efecto de la división social del trabajo, que en las condiciones de la propiedad privada, lo reduce a una fracción de hombre.


Marx enmarca la esencia del hombre, en relación con la naturaleza y en continua comunicación con el universo, que es materia en toda su diversidad de manifestaciones, siendo la realidad objetiva una existencia fuera de la conciencia ya existente en alguna forma.

El hombre es producto de la naturaleza, teniendo manifestación suprema y la etapa ultima en evolución en comparación con los demás organismos vivos sobre la tierra

El pensamiento marxista, nutriéndose de toda la obra de creación humana que le antecedió, sitúa al hombre no sólo como centro de sus preocupaciones filosóficas, sino que propone las vías para lograr una verdadera existencia humana, y en ese sentido proyecta la formación de un hombre nuevo, un individuo superior, plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos, es decir, perfeccionado espiritual, moral, físico y estéticamente.


“El hombre vive en un medio natural definido, y en su vida aprovecha los productos de la naturaleza” 


El hombre siendo dueño de su espacio, de su medio tiene la capacidad transformadora de los productos que le ofrece este ambiente, ya sean riquezas o alimentos. El hombre se afirma como ser humano cuando realiza la actividad de forma libre, capaz de proporcionar placer y no una actividad forzada.
El hombre se apropia para así mismo de la materia y la utiliza para sus propios fines e intereses para mantenerse, reproducirse y mantener una vida acorde con sus expectativas de condiciones sociales y económicas.

Por otra parte y en este mismo orden de ideas, el hombre se hace diferencia de los animales por su trabajo por su ímpetu creadora y transformadora, de este modo el hombre hace su transformación de animal a hombre y toma de su medio el aliento y condiciones necesarias para su superación en la sociedad en que habita.

“La producción es una condición permanente para la existencia del hombre, una necesidad eterna y natural”

El hombre por medio de sus labores se realiza, su intelecto se va desprendiendo a una amplitud compleja donde su cerebro enriquecido y su cuerpo desarrollado le permiten ser y distinguirse de los demás animales de la tierra, tomando este de él,  los medios para su subsistencia.
Por medio del trabajo el hombre transforma la naturaleza y crea objetos. El producto es obra humana, proyección u objetivación del hombre. Por medio del trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la humaniza, pero, al mismo tiempo el hombre se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una palabra, se humaniza a sí mismo.

Feuerbach consideraba la exteriorización de la esencia humana únicamente como alienación, Marx ve en ella la forma en que se concretan las fuerzas creadoras del hombre, fuerzas que se alienan sólo en condiciones determinadas y por tanto de forma transitoria.
                                                                                               
Mientras que Feuerbach no toma en cuenta la práctica transformadora del hombre, Marx define al hombre no sólo en su aspecto genérico, sino esencialmente en su determinación social, como resultado del medio y como fuerza esencial de su transformación. Asume de Feuerbach, la idea de que la alienación constituía la característica de la sociedad deshumanizada, y que la supresión de ella resultaba una condición necesaria para devolver al hombre sus condiciones de ser humano, superándolo al sustentar el criterio de que la transformación de la sociedad exige la supresión del trabajo alienado y esto se logra con la revolución del proletariado, con el cambio del carácter de las relaciones de propiedad. En Marx se presenta la definición de la actividad, como modo específicamente humano de relación entre los hombres, y de éstos con la naturaleza, en el curso de la cual se forma el hombre y se transforma el mundo.

El hombre creador es analizado por Marx no como un ente abstracto, aislado y dotado de propiedades innatas, sino como individuo concreto, que encuentra la medida y el grado de realización de su esencia en el carácter del régimen socioeconómico en que vive y se desenvuelve.

Schopenhauer consideraba que el hombre era un animal dañino, así mismo con pasiones salvajes nunca satisfechas y con un afán por la existencia mayor, ya que posee envidia y malicia en sus acciones.
Ciertamente también la sociedad era considerada una multitud invariable haciendo uso despectivo de la palabra rebaño humano. Para Schopenhauer el hombre la vida del hombre es una existencia llena de sufrimientos, tormentos, penas. El hombre es actor de su propia tragicomedia que no tiene otro nombre más que vida.



El hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales  la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de sus relaciones sociales. Relaciones que no son puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad de lo espiritual y lo material, relaciones establecidas a través de la interacción del hombre con la naturaleza en el proceso de producción y reproducción de su vida material y espiritual.
Por medio del trabajo el hombre transforma la naturaleza y crea objetos. El producto es obra humana, proyección u objetivación del hombre. Por medio del trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la humaniza, pero, al mismo tiempo el hombre se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una palabra, se humaniza a sí mismo. Si el trabajo es de este modo, la autoexpresión del hombre y el proceso de su autodesarrollo, debería ser pues, fuente de satisfacción para éste, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su enajenación, en la conversión del trabajador en mercancía, efecto de la división social del trabajo, que en las condiciones de la propiedad privada, lo reduce a una fracción de hombre.




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